En la primera reunión que describe la autora, muestra a los personajes que luego serán protagonistas de las entrevistas, estas entrevistas presentan la misma realidad, pero enriquecida por miradas diferentes.
El drama de esta mujer es muy parecido al que sufren las
mujeres en otras guerras y conflictos, son maltratadas y tienen que sobrevivir.
Silvia, desde que salió del cautiverio siempre ha contado con personas que le
han acogido a pesar de ser cuestionada su conducta durante su secuestro. El
episodio que marca su vida por completo es la detención y todos los
acontecimientos que le suceden después.
Todo es real, en los 70 había muchos argentinos aquí y yo
tuve contacto con ellos, afirma otra de las lectoras, y no se sabía de lo que
había pasado hasta que posteriormente apareció en la prensa. La novela le
parece interesante ya que es un retrato hecho con las entrevistas y lo que
aporta la autora del libro, son muy creíbles los cambios de pareja, no parece
tanto el que le entregaran a la hija a la familia paterna, ya que normalmente
los daban a familias de militares. Por eso se sospechaba de ella, ya que se
pensaba que algo tendría que haber dado a cambio de estos privilegios.
Otra lectora dice que el libro le enganchó desde el
principio, el estilo le pareció interesante, le ha llamó la atención que la
autora no cuestiona a Labayru, solo a través de las entrevistas se ve su
auténtica personalidad y las reacciones ante los acontecimientos. En Chile pasó
algo parecido, se señala que los primeros días de la detención son cruciales ya
que es cuando la tortura es más intensa y más fácilmente se delata a los
compañeros.
El dilema moral que plantea sobre sí se puede resistir o no
la tortura, sin delatar es muy difícil de resolver ya que no sabemos ni cómo
reaccionaríamos nosotros mismos.
Silvia y sus amigos pertenecían a una clase social alta y de
ahí que tuvieran un mayor reconocimiento y mejor trato por parte de los
militares.
Hablamos también de la violación y de que las mujeres
consienten para evitar males mayores, pero que en absoluto es un encuentro
sexual, a pesar de que alguien puede pensar que algún cariño se tiene que
recibir. También comentamos la posición de la Judicatura en este asunto, aún
hoy en día cuestionan los testimonios de las víctimas; alguna de las mujeres
secuestradas llega a pensar si esa violación tiene algo que ver con la prostitución.
También los montoneros quieren ocultar el asunto de las violaciones por
considerarlo una ofensa para los maridos de las montoneras, un asunto que
rezuma machismo. Dentro de la propia organización de los montoneros había
privilegios, se salvaban más los “jefes” que los activistas de a pie.
Comentamos sobre lo que piensan sus compatriotas exiliados,
afirman que algo ha tenido que pagar por los privilegios que le han dado: su
hija entregada a su familia paterna, los viajes para encontrase con su marido,
la salida a España, resulta curioso que los que más cuestionan a Silvia son dos
de sus parejas, Alberto y Hugo. Y consideramos que es muy humano el dudar,
sobre todo al pensar en cómo accedió a infiltrase en la organización de las
Madres de la Plaza de Mayo.
El retrato que Guerreiro hace de Labayru es el de una niña
bien que juega a la revolución, es muy guapa y ella se aprovecha de esta
circunstancia. Por otro lado, ella se salva y la tratan con privilegios, aunque
tenga que colaborar haciendo trabajos como mecanógrafa o traductora y otros
asuntos mucho más graves. También hablamos que los captores eran racistas, ella
se salva por ser hija de militares y porque su padre “era de los nuestros” y
también por no ser judía y pertenecer a una buena familia.
Hablamos de que las dictaduras se valen de la arbitrariedad
en sus detenciones para crear el terror; a pesar de que siguen un plan
sistemático, cualquiera puede ser detenido solo por estar en una agenda
equivocada. El miedo es imprevisible y no sabemos cómo podemos reaccionar ante
él.
Los montoneros era una organización un tanto mística, se
afirma, son capaces de luchas hasta morir y es curioso la presencia del cianuro
para no caer en manos de la policía. Se habla de otros libros sobre esta
organización como “Recuerdos de la muerte”.
Hay otras cosas que quedan en el aire en las entrevistas hay
personas que han convivido mucho con Silvia y que no conocían su historia tanto
como la va a conocer Guerreiro.
Comentamos que ella pensaba que cuando naciera su hija a
ella la iban a matar, también dice que no estaba capacitada para la crianza de
su hija cuando se la entregaron al año y medio.
Alguno de los entrevistados se plantean una cuestión muy
inquietante y es que sí valió la pena todo lo que hacía los montoneros o
estaban equivocados, la respuesta de alguno de ellos es que sí. Esta pregunta
se la ha planteado mucha gente que ha militado en organizaciones políticas
violentas o no, esto es sí merecen la pena tantos sacrificios y la respuesta es
que las dos respuestas son válidas, de hecho, se comenta que en libros de
militantes de izquierdas estos se manifiestan en los dos sentidos.
Pasamos a hablar de los amoríos de Silvia, ha tenido varias
parejas y todas ellas han hablado en el libro, uno dice que es una manipuladora
y otro dice que no se creía que hubiera estado secuestrad. De los amores tan
variados (aunque con Jesús estuvo 30 años) tiene mucho que ver la familia que
ha tenido, pero a Hugo, dice Silvia, es al único que ha amado, a los otros los
ha querido. Pensamos que ella también se presta a hablar de su posición en el
secuestro, un poco por reivindicarse a sí misma
El libro es un retrato de Labayru a través de la idea que
Guerreiro se ha hecho de ella a partir de entrevistas a la protagonista y a las
personas que han tenido que ver en su vida. Y a la vez es un retrato de una
época terrible, la dictadura argentina y las consecuencias de sus políticas en
la vida de los argentinos y argentinas.