jueves, 5 de diciembre de 2024

COMENTARIOS "UN PAÍS BAÑADO EN SANGRE

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El autor no ha sentido atracción por las armas a pesar de que de niño le gustaba acertar en el blanco, considera que su familia y la ciudad en la que se crío tiene una influencia diferente a la de la gente que vive en las zonas rurales y en barrios marginales y por lo tanto su cultura respecto a las armas es distinta.

Nos parece que hay como dos países en EE UU, uno es el de la gente culta y otro es la América profunda, dos bloques confrontados en la consideración de la tenencia de armas y, aunque llegase a la Presidencia una persona que aboliera la posesión de armas tendría enfrente a gran parte de la población.

En España en el mundo rural hay armas, por aquello de la caza, pero no se dan esos episodios de matanzas o enfrentamientos como en EE UU, si exceptuamos el episodio de Puerto Urraco, pero aquello fue un asunto de venganzas, no tiene nada que ver con las matanzas indiscriminadas, ni la gente resuelve las peleas con armas de fuego.

Auster dice que casi todos los implicados en estas matanzas tiene problemas mentales, son solitarios, pero siempre organizan estos asaltos con un alto grado de planificación. Son personas frustradas que también desean suicidarse y se ven muy presionadas por el individualismo de conseguir el “sueño americano”. Hablamos de que en la película “El Joker” el protagonista que tiene problemas mentales, es un tipo frustrado que quiere ser estrella de tv y empieza a matar indiscriminadamente. También comentamos que las películas del oeste son violentas (aunque en la realidad, en aquel momento de la historia Auster dice que no se producían tantos muertos, ya que el sheriff  les obligaba a dejar las armas en la entrada del pueblo) y comentamos la posible influencia de los videojuegos en este asunto de la violencia. Auster se sentía un héroe con su revólver de juguete cuando era un niño, hay en EE UU una especie de educación emocional en torno a las armas.

Creemos que hay una razón histórica para tratar de justificar el amor de los estadounidenses por las armas, está en cómo se produjo la colonización y el tema del esclavismo. También es un país que se ha formado en el capitalismo donde prima el individualismo y no el cuidado de lo colectivo, además está el enfrentamiento del Gobierno Federal con los Estados Federados. También hay que contar con el lobby de los fabricantes de armas que favorecen el fácil acceso a estas.

A Paul Auster le hubiese gustado que esta situación fuera diferente, pero piensa que en su país no hay voluntad de cambiar, no se ponen medidas preventivas como ha sucedido con los accidentes de tráfico que sí se han tomado medidas para evitarlos. Hay niños de 8 o 9 años que ya se entrenan para el uso de armas.

Otro país que facilita las armas a sus ciudadanos es Suiza, pero es porque allí no hay ejército y los soldados son los propios suizos que hacen prácticas vez en cuando, y no utilizan las armas para matarse entre ellos.

Revisando las fotografías que ilustran el libro nos sorprende que en esos escenarios no haya gente, da idea de la desolación de esos lugares en los que se han producido tiroteos masivos. No nos afectan a nosotros estas imágenes ya que son espacios que no conocemos, sí que nos sentimos interpelados en lugares próximos en los que han sucedido hechos terribles como por ejemplo en el camping de Biescas.

Hablamos del papel de EE UU en la II Guerra Mundial y un poco de política ficción y también del papel que este país ha jugado como potencia en diferentes conflictos, Vietnam, Corea, Afganistán, Ucrania, y del apoyo incondicional a Israel en su genocidio palestino.

La sociedad estadounidense es una sociedad que está dominada por el miedo, nosotros estamos vacunados contra las armas después del periodo de los años 30 con los enfrentamientos que tuvimos.

Comentamos que votar a Trump no es solo por la fascinación que les puede suponer esa persona, sino porque plantea un odio hacía su alternativa. Hay que hacer un análisis fino de los datos estadísticos de las votaciones para sacar conclusiones acertadas, los hispanos que votan a Trump lo hacen porque les promete poner una valla en la frontera para evitar que los otros hispanos que puedan venir, les quiten sus puestos de trabajo. También se piensa que los estadounidenses no están preparados para tener una mujer de presidenta y además Biden no lo ha hecho bien. Asimismo, hablamos de que los el partido Demócrata no puede llevar adelante su programa, Obama prometió cerrar Guantánamo y ahí sigue abierto. Sin embargo, pensamos que en nuestro país la ley Antitabaco que al principio tenía muchas reticencias se ha implementado sin problemas y se agradece entrar a los bares sin humo.

Nos ha llamado la atención lo que dice en el libro de que Los Panteras Negras están a favor las armas. Otro asunto que plantea Auster es el del “hombre bueno” que dispara a un asaltante y lo mata, este “hombre bueno” no es partidario de suprimir las armas, aunque en aquel momento actuara bien, incluso después se implicó en el apoyo a al Asociación Nacional del Rifle. Otro asunto que también nos ha llamado la atención es que no menciona el documental Bowling for Colombine de Michael Moore, que refleja con gran acierto este problema tan importante de Estados Unidos.

El libro nos ha parecido muy interesante por el asunto tan grave que plantea, que el autor resume muy bien explicándolo con datos de su propia biografía y anécdotas clarificadoras, también impresionan las fotos de los lugares donde se han producido las más importantes matanzas. EE UU tiene que asumir que este problema es muy serio y que tiene que poner los medios para prevenirlo.


Artículo de Rafa de Miguel del 5 de noviembre publicado en X antes Twitter:

Un grupo de cuarentones barrigudos, ataviados con ropa de camuflaje y con rifles, pistolas y armas de asalto suficientes como para invadir un pequeño país, se reunían cada fin de semana en un campamento de Michigan. Eran la milicia de Michigan. Los ahogados hasta el cuello por una inflación disparatada y un coste de la vida exorbitado, condenados a la ruina si sufren una enfermedad crónica para la que no hay sanidad pública y los que no entienden qué se le ha perdido a Estados Unidos en Ucrania. El empresario Charles Lindbergh ya impulsó su aislacionismo y filonazismo bajo el paraguas del movimiento America First, contra Roosevelt, para impedir la participación en la Segunda Guerra Mundial.

Pasé con ellos dos días en 1996. Me explicaron cómo se preparaban ante posibles ataques del Gobierno Federal, del que desconfiaban sobremanera. El recelo contra Washington D.C. y sus élites políticas es tan viejo como la historia de Estados Unidos.

Andrew Jackson, el primer político populista del país en alcanzar la presidencia -su cara es la de los billetes de 20 dólares- ya decía aquello de que Washington D.C “son diez millas cuadradas rodeadas por la realidad del país”.

Esa pulsión antisistema ya la ensayaron otros políticos, como Pat Buchanan o el millonario Ross Perot. Todos alteraron con su irrupción la competencia bipartidista. Pero Trump ha logrado la perfección de ese libertarismo reaccionario que anida en gran parte de la población.

Nada importan su misoginia, su falsedad, su impostura, su historial delictivo o su instinto autoritario. Cuanto más caricatura de sí mismo es, más seduce a sus votantes. Con su gorra roja, su pelo esculpido con toneladas de laca o sus corbatas hasta la rodilla, les dice a todos ellos, “soy tan friqui como vosotros”, y me río en la cara de las élites intelectuales y progresistas del país. Esas élites que han llegado a bautizar a las enormes bolsas de pobreza y marginación de amplias zonas de Estados Unidos con nombres denigrantes: los llaman “Rednecks” o cuellos rojos, a los paletos con la nuca tostada por el sol. “White trash”, o basura blanca, a la población blanca que se alimenta de McDonalds. O “trailer trash”, para los que viven en barrios improvisados con casas-módulo prefabricadas.

Los marginados de la globalización, la América profunda con una iglesia en cada pueblo con el rótulo Jesus Saves bien alto, los evangélicos convencidos de la Segunda Venida de Cristo -a Estados Unidos, por supuesto, dónde si no.

La liga nacional de béisbol, un deporte solo estadounidense -junto a algunos países caribeños- se llama pomposamente la World Series, las Series Mundiales. Gran parte de Estados Unidos es un país encerrado en sí mismo. Hasta una personalidad tan célebre como Larry King escribió un libro de memorias que se titulaba Cuando Eres de Brooklin, El Resto del Mundo es Tokio. Si además eres la primera potencia económica del mundo, el discurso proteccionista es muy atractivo.

Trump no se ha inventado nada. Pero ha convertido ese populismo en un arte, gracias a las redes sociales y a una personalidad que, cuanto más extravagante es, más agrada a los suyos.

Y ha logrado algo más. El mundo financiero aplaude su osadía y su oferta de bajos impuestos. El mundo empresarial aplaude su promesa de aranceles frente a la amenaza de China. Elon Musk, el rey de la innovación y el emprendimiento busca la protección de la nueva Administración Trump para sus futuros proyectos. Por eso su fervor con el candidato. Del mismo modo que busca esa protección Jeff Bezos, y decide enmudecer al Washington Post que se compró como capricho.

Es la alianza perfecta, para agrupar en uno solo a los dos grupos electorales más potentes del país. Como preguntaba aquel personaje de la película El Buen Pastor, que contaba la historia de la CIA:

 “Nosotros los italianos, tenemos la familia y la Iglesia; los irlandeses, su patria anhelada; los judíos, sus tradiciones. Incluso los negros tienen su música…Ustedes, ¿qué tienen?”

 “Tenemos los Estados Unidos de América. El resto está de visita”, contestaba el protagonista, Edward Wilson. Donald Trump ha convencido a decenas de millones de votantes de que los habitantes verdaderos de ese país son ellos.

El resto, inmigrantes, intelectuales, o progresistas woke, son en realidad ajenos a la realidad estadounidense.

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