(SEGUIR LEYENDO)
El autor no ha sentido atracción por las armas a pesar de que de niño le gustaba acertar en el blanco, considera que su familia y la ciudad en la que se crío tiene una influencia diferente a la de la gente que vive en las zonas rurales y en barrios marginales y por lo tanto su cultura respecto a las armas es distinta.
Nos parece que hay como dos países en EE UU, uno es el de la
gente culta y otro es la América profunda, dos bloques confrontados en la
consideración de la tenencia de armas y, aunque llegase a la Presidencia una
persona que aboliera la posesión de armas tendría enfrente a gran parte de la
población.
En España en el mundo rural hay armas, por aquello de la
caza, pero no se dan esos episodios de matanzas o enfrentamientos como en EE
UU, si exceptuamos el episodio de Puerto Urraco, pero aquello fue un asunto de
venganzas, no tiene nada que ver con las matanzas indiscriminadas, ni la gente
resuelve las peleas con armas de fuego.
Auster dice que casi todos los implicados en estas matanzas
tiene problemas mentales, son solitarios, pero siempre organizan estos asaltos
con un alto grado de planificación. Son personas frustradas que también desean
suicidarse y se ven muy presionadas por el individualismo de conseguir el
“sueño americano”. Hablamos de que en la película “El Joker” el protagonista
que tiene problemas mentales, es un tipo frustrado que quiere ser estrella de
tv y empieza a matar indiscriminadamente. También comentamos que las películas
del oeste son violentas (aunque en la realidad, en aquel momento de la historia
Auster dice que no se producían tantos muertos, ya que el sheriff les obligaba a dejar las armas en la entrada
del pueblo) y comentamos la posible influencia de los videojuegos en este
asunto de la violencia. Auster se sentía un héroe con su revólver de juguete
cuando era un niño, hay en EE UU una especie de educación emocional en torno a
las armas.
Creemos que hay una razón histórica para tratar de
justificar el amor de los estadounidenses por las armas, está en cómo se
produjo la colonización y el tema del esclavismo. También es un país que se ha
formado en el capitalismo donde prima el individualismo y no el cuidado de lo
colectivo, además está el enfrentamiento del Gobierno Federal con los Estados
Federados. También hay que contar con el lobby de los fabricantes de armas que
favorecen el fácil acceso a estas.
A Paul Auster le hubiese gustado que esta situación fuera
diferente, pero piensa que en su país no hay voluntad de cambiar, no se ponen
medidas preventivas como ha sucedido con los accidentes de tráfico que sí se
han tomado medidas para evitarlos. Hay niños de 8 o 9 años que ya se entrenan
para el uso de armas.
Otro país que facilita las armas a sus ciudadanos es Suiza,
pero es porque allí no hay ejército y los soldados son los propios suizos que
hacen prácticas vez en cuando, y no utilizan las armas para matarse entre
ellos.
Revisando las fotografías que ilustran el libro nos
sorprende que en esos escenarios no haya gente, da idea de la desolación de
esos lugares en los que se han producido tiroteos masivos. No nos afectan a
nosotros estas imágenes ya que son espacios que no conocemos, sí que nos
sentimos interpelados en lugares próximos en los que han sucedido hechos
terribles como por ejemplo en el camping de Biescas.
Hablamos del papel de EE UU en la II Guerra Mundial y un
poco de política ficción y también del papel que este país ha jugado como
potencia en diferentes conflictos, Vietnam, Corea, Afganistán, Ucrania, y del
apoyo incondicional a Israel en su genocidio palestino.
La sociedad estadounidense es una sociedad que está dominada
por el miedo, nosotros estamos vacunados contra las armas después del periodo
de los años 30 con los enfrentamientos que tuvimos.
Comentamos que votar a Trump no es solo por la fascinación
que les puede suponer esa persona, sino porque plantea un odio hacía su
alternativa. Hay que hacer un análisis fino de los datos estadísticos de las
votaciones para sacar conclusiones acertadas, los hispanos que votan a Trump lo
hacen porque les promete poner una valla en la frontera para evitar que los
otros hispanos que puedan venir, les quiten sus puestos de trabajo. También se
piensa que los estadounidenses no están preparados para tener una mujer de
presidenta y además Biden no lo ha hecho bien. Asimismo, hablamos de que los el
partido Demócrata no puede llevar adelante su programa, Obama prometió cerrar
Guantánamo y ahí sigue abierto. Sin embargo, pensamos que en nuestro país la
ley Antitabaco que al principio tenía muchas reticencias se ha implementado sin
problemas y se agradece entrar a los bares sin humo.
Nos ha llamado la atención lo que dice en el libro de que
Los Panteras Negras están a favor las armas. Otro asunto que plantea Auster es
el del “hombre bueno” que dispara a un asaltante y lo mata, este “hombre bueno”
no es partidario de suprimir las armas, aunque en aquel momento actuara bien,
incluso después se implicó en el apoyo a al Asociación Nacional del Rifle. Otro
asunto que también nos ha llamado la atención es que no menciona el documental Bowling
for Colombine de Michael Moore, que refleja con gran acierto este problema
tan importante de Estados Unidos.
El libro nos ha parecido muy interesante por el asunto tan
grave que plantea, que el autor resume muy bien explicándolo con datos de su
propia biografía y anécdotas clarificadoras, también impresionan las fotos de
los lugares donde se han producido las más importantes matanzas. EE UU tiene
que asumir que este problema es muy serio y que tiene que poner los medios para
prevenirlo.
Artículo de Rafa de Miguel del 5 de noviembre publicado en X antes Twitter:
Un grupo de cuarentones barrigudos, ataviados con ropa de
camuflaje y con rifles, pistolas y armas de asalto suficientes como para
invadir un pequeño país, se reunían cada fin de semana en un campamento de
Michigan. Eran la milicia de Michigan. Los ahogados hasta el cuello por una
inflación disparatada y un coste de la vida exorbitado, condenados a la ruina
si sufren una enfermedad crónica para la que no hay sanidad pública y los que
no entienden qué se le ha perdido a Estados Unidos en Ucrania. El empresario
Charles Lindbergh ya impulsó su aislacionismo y filonazismo bajo el paraguas
del movimiento America First, contra Roosevelt, para impedir la participación
en la Segunda Guerra Mundial.
Pasé con ellos dos días en 1996. Me explicaron cómo se
preparaban ante posibles ataques del Gobierno Federal, del que desconfiaban
sobremanera. El recelo contra Washington D.C. y sus élites políticas es tan
viejo como la historia de Estados Unidos.
Andrew Jackson, el primer político populista del país en
alcanzar la presidencia -su cara es la de los billetes de 20 dólares- ya decía
aquello de que Washington D.C “son diez millas cuadradas rodeadas por la
realidad del país”.
Esa pulsión antisistema ya la ensayaron otros políticos,
como Pat Buchanan o el millonario Ross Perot. Todos alteraron con su irrupción
la competencia bipartidista. Pero Trump ha logrado la perfección de ese
libertarismo reaccionario que anida en gran parte de la población.
Nada importan su misoginia, su falsedad, su impostura, su
historial delictivo o su instinto autoritario. Cuanto más caricatura de sí
mismo es, más seduce a sus votantes. Con su gorra roja, su pelo esculpido con
toneladas de laca o sus corbatas hasta la rodilla, les dice a todos ellos, “soy
tan friqui como vosotros”, y me río en la cara de las élites intelectuales y
progresistas del país. Esas élites que han llegado a bautizar a las enormes
bolsas de pobreza y marginación de amplias zonas de Estados Unidos con nombres
denigrantes: los llaman “Rednecks” o cuellos rojos, a los paletos con la nuca
tostada por el sol. “White trash”, o basura blanca, a la población blanca que
se alimenta de McDonalds. O “trailer trash”, para los que viven en barrios
improvisados con casas-módulo prefabricadas.
Los marginados de la globalización, la América profunda con
una iglesia en cada pueblo con el rótulo Jesus Saves bien alto, los evangélicos
convencidos de la Segunda Venida de Cristo -a Estados Unidos, por supuesto,
dónde si no.
La liga nacional de béisbol, un deporte solo estadounidense
-junto a algunos países caribeños- se llama pomposamente la World Series, las
Series Mundiales. Gran parte de Estados Unidos es un país encerrado en sí
mismo. Hasta una personalidad tan célebre como Larry King escribió un libro de
memorias que se titulaba Cuando Eres de Brooklin, El Resto del Mundo es
Tokio. Si además eres la primera potencia económica del mundo, el discurso
proteccionista es muy atractivo.
Trump no se ha inventado nada. Pero ha convertido ese
populismo en un arte, gracias a las redes sociales y a una personalidad que,
cuanto más extravagante es, más agrada a los suyos.
Y ha logrado algo más. El mundo financiero aplaude su osadía
y su oferta de bajos impuestos. El mundo empresarial aplaude su promesa de
aranceles frente a la amenaza de China. Elon Musk, el rey de la innovación y el
emprendimiento busca la protección de la nueva Administración Trump para sus
futuros proyectos. Por eso su fervor con el candidato. Del mismo modo que busca
esa protección Jeff Bezos, y decide enmudecer al Washington Post que se compró
como capricho.
Es la alianza perfecta, para agrupar en uno solo a los dos
grupos electorales más potentes del país. Como preguntaba aquel personaje de la
película El Buen Pastor, que contaba la historia de la CIA:
“Nosotros los
italianos, tenemos la familia y la Iglesia; los irlandeses, su patria anhelada;
los judíos, sus tradiciones. Incluso los negros tienen su música…Ustedes, ¿qué
tienen?”
“Tenemos los Estados
Unidos de América. El resto está de visita”, contestaba el protagonista, Edward
Wilson. Donald Trump ha convencido a decenas de millones de votantes de que los
habitantes verdaderos de ese país son ellos.
El resto, inmigrantes, intelectuales, o progresistas woke,
son en realidad ajenos a la realidad estadounidense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario